CON PANDEMIA O SIN PANDEMIA

CON PANDEMIA O SIN PANDEMIA

En D.O.S. cuando inició la pandemia, casi todos nuestros programas quedaron paralizados. Nuestros clientes estaban atendiendo sus prioridades económicas y de salud. Estaban dispuestos a resolver la emergencia. Sus clientes no irían a sus establecimientos y sus trabajadores no irían al centro de trabajo, al igual que sus proveedores. Todos ellos en riesgo de enfermarse. En resumen, miedo e incertidumbre.

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Daniel Goleman, en su libro “Inteligencia social: la nueva ciencia de las relaciones humanas”, explica que las personas en estado de emergencia tenemos un efecto biológico que nos ayuda a enfocarnos en resolver momentos de crisis. Esto se debe a que en situaciones de estrés la glándula adrenal libera cortisol, una hormona necesaria para enfrentar las emergencias porque facilita la reacción del organismo ante situaciones de riesgo.

Fue así que ninguno de nuestros clientes estaba interesado en contratarnos para que acompañemos a sus trabajadores a aprender a escuchar, a trabajar en equipo y otros aprendizajes relevantes, pues ni siquiera sabían con cuántos trabajadores ni con cuántos clientes se quedarían y, simplemente, no era una prioridad.

Ante la inminente falta de contacto, el distanciamiento social y urgencias económicas y sanitarias ¿dónde quedaba, entonces, el desarrollo de las habilidades de liderazgo y de trabajo de equipo?

Decidimos salir del “modo negocio” y acercarnos a ellos en la relación que, espontáneamente, se da cuando varias personas compartimos la sensación de amenaza o peligro: la colaboración. Nos acercamos a escuchar lo que les pasaba, lo que sentían y tuvimos conversaciones maravillosas en “modo seres humanos”.

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Juntos, no solo comprendimos sus problemas, sino también lo que nos estaba pasando como empresarios y, sobre todo, como personas. Hablamos de nuestros miedos y de diversas formas de colaboración, en el dar y recibir de los seres humanos de cada empresa. Juntos abrimos oportunidades de aprendizaje para grupos y equipos de cada empresa.

De estas maravillosas conversaciones y espacios de aprendizaje que seguimos realizando, nos queda:

  1. La gratitud a las personas de cada una de las empresas que se abrieron a estas conversaciones y a estas experiencias de aprendizaje, dentro del ambiente de cambio e incertidumbre que se estaba viviendo.
  2. La constatación de que, dentro de cada ser humano existe un “ancla” de valores y de amor por sí mismo y por otros seres humanos, que le permite estar firme aún en medio de la tempestad, el miedo y la incertidumbre. Que es necesario, dar el espacio para que cada persona, cada trabajador, cada líder, conecte con ella. Esta conexión no se da en el correr, no se da en la queja, se da en la meditación, en la reflexión y en la consciencia de que no estamos solos, de que somos parte de un grupo familiar, de un grupo de compañeros de trabajo, de nuestra comunidad. En el darnos cuenta de todo lo que lo que soy, de todo lo que doy y recibo de los otros, con pandemia o sin pandemia, en el diario vivir.
  3. El descubrir que muchas de las limitaciones a nuestras vidas, que atribuimos a la pandemia, estaban antes de ella. Descubrimos que muchas dificultades de comunicación, no se originan por que la comunicación es digital sino por que la comunicación es humana. Y, como todo lo humano requiere consciencia y aprendizaje en el diario vivir.

Ahora nos queda seguir agradeciendo a los seres humanos de cada empresa, que se abrió a esta experiencia y de las muchas empresas más que nos solicitan este acompañamiento humano.

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